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Marci, la hierba buena y el Tarot

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LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) -

Marci Castaño trabajó durante varios años como jefa de cuadros de la Marina de Guerra Revolucionaria en la unidad Granma, situada en el puerto capitalino; es una sobreviviente cuya historia es la imagen de la revolución cubana.

Es difícil explicarse cómo está señora llegó a ocupar tan alto cargo de dirección sin poseer un adecuado nivel de instrucción. Los que la conocieron treinta años atrás señalan que alguna vez fue muy agraciada y que siempre tuvo la habilidad de controlar la vida de las personas que la rodeaban.Al jubilarse, la pensión no le alcanzaba y empezó a vender paleticas congeladas en su propia casa, sin la autorización requerida.

Al mismo tiempo que denunciaba cualquier ilegalidad que cometieran sus vecinos, inició su más fructífero negoció ilegal: vender hierba buena cultivada en su patio a los camareros de los principales bares, restaurantes y hoteles de la Habana Vieja, que la utilizaban para preparar mojitos a los turistas, a dólar cada mazo.

Ella no necesitaba para su negocio, la licencia exigida al resto de los ciudadanos.Marci no tiene límites, no sólo vigila y ataca a sus vecinos, sino también a sus familiares que se oponen al régimen, a quienes amenaza con la policía política, el jefe de sector, prevención social y hasta con los tribunales.

Denunció a su esposo, Pedro Díaz, ante la dirección del Partido Comunista del centro de trabajo del hombre, que laboraba en los archivos históricos anexos al puesto de mando de Fidel Castro. Como consecuencia, Pedro perdió el empleo, pero no le quedó más remedio que seguir aguantando a su mujer, porque procede de un pueblo en la Sierra Maestra y no tiene otro lugar donde vivir en la capital.

A pesar de que la Marina de Guerra le dio una casa con un gran terreno, en un exclusivo barrio, Marci se negó a que su único hijo, William Burnes, conviviera allí con su esposa embarazada.

Ante la decisión de la madre, William optó por alquilar un cuarto, pero su mísero salario de médico no le alcanzaba para pagar la renta.William se dedicó a hacer abortos clandestinos.

Una de sus pacientes casi pierde la vida, pero Marci movió sus influencias. A pesar de la querella entablada por los familiares de la paciente, el hijo nunca fue juzgado y lo enviaron a trabajar a Venezuela.

Marci tiene hoy, gracias al hijo, una fuente de ingresos en moneda convertible; es la única en el barrio con acceso a Internet y se ha transformado en un ser aún más despótico con sus familiares y vecinos.

Ante el constante flujo de regalos llegados de Venezuela, el corazón de Marci se ablandó y finalmente permitió a su hijo la construcción de una vivienda en los altos de su casa, pero ya el muchacho no tiene interés en regresar a la Isla.

Además, Marci mantiene un intercambio permanente de correos electrónicos con una hermana que reside en Miami, la cual, según cuenta la ex dirigente revolucionaria, se está muriendo de hambre junto al esposo.La creatividad de la camaleónica Marci es infinita; lo último es que se ha metido a médium.

Ahora, disfrazada de algo parecido a una gitana, se sienta en su terraza y cobra por predecir el futuro haciendo uso del Tarot y vasos de agua; sobre todo a las jóvenes casadas con extranjeros.

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