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GUÍA DE PROCEDIMIENTOS PARA AYUDAR A LOS FUMADORES A DEJAR DE FUMAR

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Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo
Marzo 2001
Índice
1. Introducción
2. La necesidad de ayudar a dejar de fumar
3. Favorecer un entorno adecuado
4. Abordajes en el tratamiento
5. Facilitar el proceso de que dejen de fumar por ellos mismos

6. El consejo mínimo y el papel de los profesionales
7. El tratamiento farmacológico
8. El tratamiento psicológico
9. Las clínicas, consultas, unidades o dispensarios especializados
10. Los programas de tipo comunitario
11. Algunos problemas asociados a dejar de fumar
12. Recomendaciones
Esta guía ha sido elaborada por Elisardo Becoña (Coordinador), Rodrigo
Córdoba, José L Díaz-Maroto, Víctor López García-Aranda, Carlos
Jiménez-Ruiz, M Angeles Planchuelo, Teresa Salvador y Joan R Villalbí.
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1. Introducción
En los últimos años se ha producido un importante cambio en la evaluación de
los distintos tratamientos disponibles en el área de la salud. También se ha
modificado sensiblemente la presentación de la evidencia clínica para tratar
efectivamente un trastorno o una enfermedad. Con ello han surgido un amplio
conjunto de meta-análisis, guías clínicas y documentos de consenso
elaborados por parte de expertos en las distintas disciplinas relacionadas con la
salud. Esta "Guía de procedimientos para ayudar a los fumadores a dejar de
fumar" pretende hacer accesibles a un amplio conjunto de profesionales del
campo de la salud un conocimiento mínimo, y al tiempo integral, de los
abordajes existentes para ayudar a sus pacientes a dejar de fumar.
En este marco, se ha elaborado el presente documento que pretende ser una
guía general a partir de la cual se elaboren guías específicas, algunas de las
cuales ya se han elaborado o están en fase de elaboración, que responden a
las necesidades concretas de los médicos de atención primaria, cardiólogos,
neumólogos, psicólogos, personal de enfermería, y otros. Igualmente, se
pretende que con esta guía se puedan conocer los distintos tipos de
intervención factibles desde los distintos ámbitos de la asistencia sanitaria,
como la Atención Primaria, los Centros de Drogodependencias, las Unidades
Especializadas, u otros.
Con esta guía el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo espera
contribuir a que un número creciente de profesionales de la salud comprendan
la importancia de su papel en la tarea de ayudar a los fumadores a dejar de
fumar.
2. La necesidad de ayudar a dejar de fumar
Fumar cigarrillos constituye la primera causa evitable de morbi-mortalidad de
los países desarrollados. Por ello es el primer problema de salud pública, con
claras repercusiones no sólo en la esfera sanitaria sino también en la
económica y en la social. En España mueren cada año 46.000 fumadores
debido al tabaco. Muchos otros sufren las consecuencias de fumar, al padecer
enfermedades que afectan sobre todo al sistema circulatorio y al pulmonar. En
el humo del cigarrillo hay miles de componentes (destacando la nicotina, el
alquitrán, el monóxido de carbono, el benzo-a-pireno ...) que producen efectos
negativos en la salud, especialmente en forma de dependencia y
enfermedades. Para muchos fumadores fumar se va a convertir en una
condición o proceso patológico crónico. En su ambiente cercano, y si hay
fumadores pasivos (hijos, pareja u otros), van a padecer también
indirectamente las consecuencias del humo del tabaco ambiental.
En España actualmente fuma el 36% de la población adulta. En jóvenes hay
más mujeres que varones fumando, con lo que las enfermedades que
clásicamente produce el tabaco (cáncer de pulmón, cardiopatía, etc.) se irán
incrementando también en las próximas décadas en las mujeres.
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Por suerte, cada vez más dejar de fumar se ha convertido en los últimos años
en un fenómeno en aumento. Las campañas por parte de las administraciones
sanitarias y la mayor demanda de tratamiento por parte de los fumadores,
facilitada por la presión social al abandono de los cigarrillos, el mayor
conocimiento de las consecuencias del tabaco en la salud y la constatación de
que es una dependencia, han ayudado a todo ello. Dado que las personas se
plantean dejar de fumar en su vida media (en torno a los 40 años), nos
corresponde a todos acelerar el proceso de abandono, por una parte, y por otra
ayudar a que los potenciales nuevos fumadores no se incorporen al consumo
de cigarrillos.
3. Favorecer un entorno adecuado
Aunque desde una perspectiva clínica siempre pensamos que el tratamiento es
lo más importante, cara a los fumadores y para el control del tabaquismo,
también es de gran relevancia la existencia de claras restricciones a fumar en
el entorno. De ahí la gran relevancia que tiene el que podamos conseguir
espacios libres de tabaco, facilitar que los fumadores pasivos no sufran las
consecuencias del tabaco en la salud y, no menos importante, que con todo
ello se anime a los fumadores a dejar de fumar o a plantearse hacerlo en algún
momento, a corto, medio o largo plazo. Poner en marcha medidas restrictivas
para fumar en distintos lugares facilita plantearse dejar realmente de fumar,
dejar de fumar y mantenerse más fácilmente abstinente. Estudios empíricos
muestran que las restricciones a fumar en el trabajo se traducen en abandonos
del tabaquismo.
Corresponde a las administraciones públicas y al poder legislativo dictar
normas claras para respetar el derecho de los no fumadores a respirar aire
limpio, para facilitar también que los que fuman puedan dejar su dependencia.
Pero también es importante ir poniendo en marcha acciones concretas que
todos podemos llevar a cabo, como no permitir fumar en la sala de espera, en
las reuniones, y hacer cumplir las normas ya vigentes. De igual modo, el
efectivo control de la publicidad, un incremento de precios y la clara
potenciación de espacios sin humo, contribuiría de modo efectivo a conseguir
todo ello.
Existen evidencias que muestran como, cuanto más se amplía el número de
zonas en las que se regula el uso del tabaco, más significativa es la
disminución de su consumo global.
4. Abordajes en el tratamiento
Son múltiples los abordajes en el tratamiento de los fumadores. Estos van a
depender, por un lado, de la perspectiva de salud pública y, en el otro extremo,
de una perspectiva eminentemente clínica, farmacológica o psicológica, de sí el
fumador demanda el tratamiento o se le ofrece, disponibilidad de tratamientos,
facilitación o insistencia a nivel laboral para que deje o no de fumar y
concienciación del personal sanitario sobre la relevancia del problema.
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Los abordajes en el tratamiento de fumadores van a ir desde el propio individuo
que quiere dejar de fumar hasta el conjunto global de la comunidad que anima
e insiste en que todos los fumadores dejen el consumo. En el primer caso es el
individuo el que quiere dejar de fumar y quiere hacerlo por su cuenta. En el
otro, se intenta convencer a todos los fumadores de una población para que
dejen de fumar. Y, en los intermedios tenemos la oferta de procedimientos
simples o más complejos para ayudar a dejar de fumar, clínicas especializadas,
tratamientos farmacológicos con o sin receta médica, consejo médico, etc. En
esta guía se analizan todos, y no se consideran excluyentes unos respecto a
los otros, sino complementarios. Con ello se pretende ayudar a los
profesionales a disponer del criterio necesario para ayudar a todos los
fumadores al considerar todos los posibles abordajes terapéuticos disponibles y
adecuar así la respuesta asistencial a la necesidad concreta de cada caso.
5. Facilitar el proceso de que los fumadores dejen de fumar por sí mismos
Aunque como clínicos, o profesionales de la salud, pensamos que lo más
idóneo sería ofrecer a todos los fumadores algún procedimiento guiado para
dejar de fumar, la realidad nos dice que la gran mayoría de las personas que
fuman consiguen dejar de fumar por sí mismos. El fumador se considera, y es,
una persona normal que por distintos motivos ha adquirido una dependencia.
Como se considera con suficiente control sobre su vida y motivado para hacer
los cambios que cree conveniente en ella (lo que vulgarmente se denomina
"fuerza de voluntad" y técnicamente llamamos motivación), al plantearse dejar
de fumar la mayoría lo consigue a lo largo de un período de tiempo (que puede
oscilar desde meses hasta varios años).
Otro hecho que no hay que olvidar es que no tendría sentido "patologizar" a
todos los fumadores, dado que constituyen un tercio de la población. Ellos
tampoco consideran que tengan una patología, aunque a nivel técnico muchos
son "dependientes de la nicotina", y un porcentaje van a mantener esta
condición crónica a lo largo de toda su vida. Para el conjunto de fumadores hay
que animarles a que dejen de fumar y a que comprueben por ellos mismos si
son o no dependientes de la nicotina. Si no dejan de fumar por ellos mismos
tendrían que pasar a otros tratamientos más intensivos para poder hacerlo. De
ahí que sea necesario incidir con campañas de información en el conjunto de
los fumadores de la población para estimular que dejen de fumar. La
información objetiva sobre las consecuencias del tabaco en la salud en los
medios públicos, la mayor insistencia desde el sistema sanitario sobre las
consecuencias del tabaco en la salud, y el ofrecer distintos abordajes de tipo
comunitario, para que con ellos puedan dejar de fumar o servirles de detonante
para intentarlo, son algunas de las estrategias que ayudan a dejar de fumar.
Garantizar la disponibilidad de folletos en los centros de salud, farmacias u
otros lugares, y promover la elaboración y difusión masiva de materiales de
autoayuda u otros procedimientos (teléfonos, programas comunitarios,
programas interactivos en internet…) facilita el que más fumadores dejen de
fumar.
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El abandono del consumo de tabaco es un proceso con varias fases. Cada
fumador se encuadra en alguna. La pertenencia a una u otra depende de la
mayor o menor motivación que el fumador tenga para dejar de serlo. La
principal función de los profesionales sanitarios es ofertar la mejor ayuda a
cada uno. Esta dependerá de la fase en la que se encuentre. Proporcionar
información objetiva sobre las consecuencias del consumo del tabaco, y
practicar distintos abordajes de tipo comunitario, son estrategias que pueden
ayudar a que los menos motivados se planteen dejar de fumar. No obstante,
con los que quieran hacer un serio intento para abandonar el consumo de
tabaco, la oferta de tratamiento psicológico, tratamiento farmacológico, o una
combinación de ambos, está claramente recomendada.
6. El consejo mínimo y el papel de los profesionales
Un abordaje importante para el tratamiento de fumadores se lleva a cabo por
los profesionales sanitarios a través del consejo mínimo. Este se considera el
procedimiento con mejor coste-eficacia de los existentes. En menos de tres
minutos se puede dar un consejo médico sistemático que llevará a que entre un
3 y un 10% de los fumadores consiga la abstinencia y la mantenga al año de
seguimiento. Con un consejo más intensivo la eficacia aumenta. Lo mismo
podemos decir del consejo de enfermería. De ahí la buena relación costeeficacia
de este tipo de intervenciones y la necesidad de generalizarlas y
extenderlas para que las apliquen todos los profesionales de la salud con sus
pacientes fumadores, independientemente de la situación clínica de los
mismos..
Los pasos esenciales del consejo mínimo son:
1) preguntar a todos los pacientes si fuman, independientemente del
motivo de la consulta,
2) aconsejar a todos los fumadores que dejen de fumar,
3) a los que se declaran dispuestos, ayudarles a conseguirlo, y
4) cuando lo hagan, organizar visitas de seguimiento para comprobar si
han dejado de fumar o, sino, cómo ayudarles de nuevo a conseguirlo.
Si se mantiene de forma consistente y a largo plazo, esta sencilla intervención
facilita que miles de fumadores puedan dejar de fumar a largo plazo. Este
modo de intervención sencillo, de no más de tres minutos, se puede ir
ampliando en intensidad y atención, especialmente para el grupo de fumadores
que se considere que más precisa dejar de fumar. Este abordaje más intensivo
puede combinarse con procedimientos farmacológicos. Si aún así el fumador
no deja de fumar, después de un tiempo (varios meses o un tiempo mayor), se
puede pensar en remitirlo a una clínica especializada para dejar de fumar.
Además, el personal sanitario tiene que cumplir con la función educativa,
modélica y terapéutica, como otros profesionales, para conseguir que las
personas de su entorno dejen de fumar o no comiencen a hacerlo.
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7. El tratamiento farmacológico
Dentro de los tratamientos farmacológicos destacan dos opciones: la terapia
sustitutiva de la nicotina (TSN), en forma de chicles o parches de nicotina,
fundamentalmente, junto al spray nasal de nicotina, y el bupropión como
terapia no nicotínica.
Lo que se pretende con la terapia sustitutiva de la nicotina es eliminar el
síndrome de abstinencia en el fumador que quiere dejar de serlo mediante el
aporte de nicotina por una vía distinta a la del consumo de cigarrillos. Hoy la
tenemos disponible en forma de chicles mascados, de parches cuya nicotina es
absorbida a través de la piel, o de spray nasal a través de la mucosa nasal.
Con ellos se consigue el doble de eficacia que con el placebo al año de
seguimiento.
El bupropión es un antidepresivo que en los últimos años ha mostrado ser
eficaz en el tratamiento de fumadores. En España está comercializado, y con él
se puede conseguir que muchos fumadores dejen de fumar. Otro antidepresivo
en principio eficaz es la nortriptilina, pero no se suele recomendar por tener
otros efectos adversos.
Otra área cada vez más relevante es la combinación de los tratamientos
farmacológicos con los psicológicos, ya que un tratamiento farmacológico con
un tratamiento conductual mejora sus resultados. Por ello, aunque el
tratamiento psicológico sea de baja intensidad, su combinación con un
tratamiento farmacológico, por su efecto sinérgico, facilita un mayor porcentaje
de abstinencia.
Los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos comercializados
son escasos. Pueden llevarse a cabo con casi todos los fumadores con la
excepción de algunas contraindicaciones. Pueden realizarse con mucho o poco
apoyo terapéutico, variando en este caso la eficacia. En los próximos años es
previsible que aparezcan nuevos fármacos para dejar de fumar, aumentando
así el número de alternativas terapéuticas disponibles.
La eficacia de los tratamientos farmacológicos se ha estimado en otros países
en torno al 20-30% de eficacia al año de seguimiento, dependiendo del
fármaco. En el nuestro, en un buen tratamiento clínico, la eficacia es superior,
al haber aún muchos fumadores con menor dependencia. Cuando hay un buen
contacto clínico y un número establecido de sesiones de tratamiento, se
obtienen cifras de éxito de hasta un 40%.
8. El tratamiento psicológico
Los tratamientos psicológicos han mostrado ser eficaces en el tratamiento de
los fumadores desde la década de los años 60. Actualmente, el tratamiento
psicológico de elección sería un programa conductual multicomponente. Este
se orienta a la solución de problemas en general y al afrontamiento de
situaciones, tanto para dejar de fumar como para prevenir la recaída. Un
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programa multicomponente se centra en tres aspectos: preparar al fumador
para el abandono, con técnicas motivacionales para que se adhiera y siga el
tratamiento; técnicas para que deje de fumar, utilizando el bagaje de técnicas
conductuales que han mostrado ser efectivas para dejar de fumar (control de
estímulos, reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán, entrenamiento
en autocontrol, etc.); y, técnicas de mantenimiento de la abstinencia cuando ha
dejado de fumar, o de prevención de la recaída. El tratamiento psicológico está
muy estructurado sesión a sesión, dura entre 5 y 8 sesiones, y aborda la
dependencia de la nicotina, la dependencia psicológica y cómo mantenerse
abstinente sin recaer mediante técnicas de prevención de la recaída.
La eficacia de los tratamientos psicológicos que utilizan programas
multicomponentes es buena. Con un programa de 5 a 8 sesiones, bien
estructurado y utilizando un programa multicomponente, llevado a cabo por un
psicólogo, se consigue una eficacia al año de no menos del 30%. Con un
mayor nivel de apoyo clínico ésta puede incrementarse hasta el 40%. En otros
países se está generalizando la combinación de tratamientos psicológicos y
farmacológicos, en unidades especializadas de tratamiento de fumadores. En
éstas se puede llevar a cabo el tratamiento idóneo para los fumadores con una
fuerte dependencia y para los que tienen asociados otros trastornos
psiquiátricos.
9. Las clínicas, consultas, unidades o dispensarios especializadas
El tratamiento de fumadores ha sufrido un cambio muy importante en las
últimas décadas. Mientras que en las décadas de los años 60 y 70 sólo había
tratamientos efectivos de tipo psicológico, basados en la terapia de conducta,
en los últimos años han surgido tratamientos también eficaces de tipo
farmacológico, como la terapia sustitutiva de la nicotina y el bupropión.
Además, hoy disponemos de distintas guías clínicas, bien elaboradas, con lo
que sabemos qué funciona adecuadamente en el tratamiento de fumadores.
En los últimos años han ido surgiendo en distintos países, como en España,
abordajes terapéuticos especializados en clínicas, consultas, unidades o
dispensarios especializados para dejar de fumar. En ellas se trata a todo tipo
de fumadores, con o sin patología médica presente. Sin embargo, los
fumadores que acuden a ellas son altamente dependientes de la nicotina,
tienen en torno a 40 años de edad y han hecho distintos intentos infructuosos
previos para dejar de fumar. En ellas se obtienen buenos niveles de eficacia
por tener personal bien entrenado, experiencia y utilizar aquellos
procedimientos que permiten obtener los mejores resultados. El tipo de
profesional varía de unos a otros recursos, desde personal muy especializado
(médicos especialistas, psicólogos clínicos) hasta el personal de enfermería.
Dado que muchos fumadores están dejando de fumar, en los últimos años el
tabaquismo se concentra en grupos con dificultades para hacerlo. Por ello, se
está incrementando la comorbilidad psiquiátrica y los dispositivos de
tratamiento de fumadores especializados tendrán que orientarse de modo
importante a este tipo de pacientes que, junto a su dependencia de la nicotina,
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tienen otros problemas, como depresión, dependencia del alcohol, trastornos
de ansiedad, etc.
10. Los programas de tipo comunitario
Como ya hemos indicado, hay que facilitar a los fumadores procedimientos de
autoayuda para que dejen de fumar por sí mismos. En los enfoques de
autoayuda, es el propio fumador el que sigue un procedimiento para dejar de
fumar por su cuenta, a través de un folleto, un manual, un vídeo, un programa
interactivo accesible desde Internet, etc. Se autoaplica el procedimiento para
dejar de fumar, por su cuenta, desde su casa o trabajo, sin ayuda terapéutica
directa. Otro procedimiento a medio camino entre éste y los de salud pública es
seguir un tratamiento mediante correo o teléfono. Cuando alguno de estos
procedimientos se diseña para toda la población, se le hace saber que está
disponible para todos los fumadores y se les anima a utilizarlo, estamos
hablando de programas de tipo comunitario. Para que éstos funcionen bien
deben complementarse con otras medidas, legislativas (control de la
publicidad), consejo médico, clínicas especializadas, etc.
Claramente, desde una perspectiva de salud pública, el objetivo es que dejen
de fumar el mayor número de fumadores. En este caso se pretende, bien
mediante campañas o acciones puntuales o mantenidas en el tiempo, que
muchos fumadores dejen de fumar, con poco apoyo terapéutico, a bajo coste,
pero haciendo que el mensaje llegue, y que muchos dejen de fumar. Aquí
tendríamos desde programas para dejar de fumar por correo, apoyo telefónico
para dejar de fumar o el Quit and Win (déjalo y gana), con el objetivo de que los
fumadores dejen de fumar y puedan ganar un premio en un sorteo por
mantenerse abstinentes.
La idea que subyace a todo lo expuesto es que disponemos de múltiples
procedimientos para dejar de fumar, que hay que animar a que los fumadores
dejen de fumar por su cuenta, que si no lo consiguen busquen otras
alternativas, desde folletos, manuales de autoayuda o procedimientos
farmacológicos y que, si aún así no han dejado de fumar, es recomendable que
acudan a un tratamiento especializado para dejar de fumar. De un modo o de
otro, si persisten, pueden dejar de fumar.
11. Algunos problemas asociados a dejar de fumar
11.1. Ganancia de peso. Los fumadores pesan de promedio 3 kilos menos que
los no fumadores. Al dejar de fumar algunos fumadores van a incrementar su
peso. Con los tratamientos farmacológicos suelen mantener su peso mientras
lo toman, engordando al dejar de tomarlo. El incremento de peso es aceptado
por algunos fumadores pero no por otros, especialmente las mujeres,
constituyendo una causa importante de recaídas. Es importante hacerles ver
que al menos la mitad no van a ganar peso al dejar de fumar. Aquellos que
tienen propensión a ganar peso, o que fumaban para no engordar, debe
sugerírseles que dejar de fumar siempre es mucho mejor que ganar algunos
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kilos; y, para esos kilos, hay que sugerirles que sigan una dieta adecuada y que
incrementen el ejercicio físico. Esta cuestión hay que tratarla adecuadamente
para mantener la cesación. El bupropión parece particularmente útil para evitar
el ganar peso, tanto en hombres como en mujeres.
11.2. Comorbilidad psiquiátrica. Un problema cada vez más importante es la
comorbilidad psiquiátrica unida a los fumadores. Al incrementarse el número de
personas que dejan de fumar cada vez más tempranamente (jóvenes adultos, o
adultos de edad media), los que siguen fumando tienen una mayor probabilidad
de tener asociada a su dependencia de la nicotina otros trastornos,
especialmente los del estado de ánimo. Por ello, se debe evaluar en los
fumadores su historia psiquiátrica previa y otros problemas comportamentales,
familiares y adaptativos que puedan incidir negativamente en el proceso de
dejar de fumar. Si, al dejar de fumar, surge -como se observa cada vez con
más frecuencia- algún problema psiquiátrico o comportamental, como por
ejemplo la depresión al dejar de fumar, es necesario tratarlo o remitirlo a un
profesional (psiquiatra o psicólogo clínico) para su tratamiento.
11.3. Ganas de fumar y craving. El fumador va a tener ganas de fumar después
de haber conseguido la abstinencia. Cuando son muy intensas hablaríamos de
ansias de volver a fumar (craving). Hay que comunicarle que tener ganas de
fumar es relativamente normal dado que ha estado fumando durante muchos
años antes de dejarlo. También hay que insistirle en que puede seguir
manteniéndose abstinente como hasta ahora. Para evitar las tentaciones
cuando tiene ganas de fumar hay que sugerirle desde estrategias sencillas
(ejercicios de respiración, cambio de pensamientos, ejercicio, realizar alguna
actividad, etc.), o pedir ayuda al médico o terapeuta. Es importante que no
tenga cigarrillos en casa para evitar caer en las tentaciones a fumar a partir de
las ganas de fumar.
11.4. Recaída. La recaída es un proceso habitual en los fumadores que dejan
de fumar. Después de un tiempo, muchos vuelven a fumar. Esto no se debe ver
siempre como un fracaso o como una repetición de fracasos. La nicotina tiene
un gran poder adictivo tanto a nivel biológico, como conductual, aparte de la
presión social (publicidad) que facilita la recaída. Cuantos más intentos
efectivos hayan hecho los fumadores para dejar de fumar en el pasado, mayor
probabilidad de éxito en el presente. Por ello, si el fumador recae, hay que
volver a empezar, utilizando la estrategia que veníamos aplicándole o,
cambiando a otra, si creemos que hay que aumentar el nivel de intensidad de
la intervención.
11.5. El tipo de población a la que nos dirigimos. Aunque pensamos que todos
los fumadores son iguales, hay diferencias importantes entre grupos como son
los jóvenes, las personas enfermas por enfermedades debidas al tabaco, las
embarazadas y los más mayores. Mientras que los jóvenes son reacios a dejar
de fumar, es más fácil que lo intenten los más mayores. Mientras que algunas
de las personas a las que se les diagnostica un problema circulatorio o tienen
un infarto es más fácil que dejen de fumar, les cuesta más a los que tienen
problemas pulmonares graves, por no ser capaces de haber dejado de fumar a
lo largo de los años de adquisición de su enfermedad. Y, en las embarazadas,
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aunque muchas puedan dejar de fumar o reducir el consumo en el embarazo,
tienen una importante recaída al tener a su hijo. Tener en cuenta estas
características ayuda a saber los límites de nuestra intervención y a facilitar
tratamientos específicos para estos grupos. No debe olvidarse que los
fumadores con poca dependencia pueden dejar lo fácilmente, y a ellos deben
dirigirse los tratamientos con menor grado de intensidad.
12. Recomendaciones
Las recomendaciones que se exponen a continuación van de lo general a lo
particular. Las primeras son aplicables a todos los fumadores, y las últimas son
para los fumadores más dependientes, que tienen más dificultades para dejar
de fumar con procedimientos sencillos.
12.1. Las administraciones públicas deben disponer de información sistemática,
objetiva, novedosa y atractiva sobre el tabaco dirigida a toda la población y
especialmente a los fumadores, para que conozcan los efectos nocivos de
fumar en su salud. Los desarrollos legislativos son muy importantes para
facilitar un cambio de creencias sociales sobre la vieja idea de que el tabaco no
acarrea graves problemas, cuando estamos hablando de la primera causa
evitable de morbi-mortalidad. Las campañas puntuales, como el Día Mundial
sin Tabaco, el Déjalo y Gana u otras, facilitan esta concienciación y deben
publicitarse, apoyarse y difundirse lo más posible al conjunto de la población
para que incida positivamente en los fumadores y en sus intentos de dejar de
fumar. Se ha observado, que para ser eficaces, estas campañas puntuales
deben repetirse a medio y a largo plazo.
12.2. Las sociedades profesionales o científicas relacionadas con la salud y el
Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, deben tener un papel
relevante, activo, crítico y constructivo con las administraciones proporcionando
ideas y propuestas para reducir la prevalencia del tabaquismo en toda la
población. Respecto a sus miembros, deben incrementar la información sobre
el tabaco y sobre los distintos tratamientos disponibles para ayudar a las
personas que fuman a dejar el tabaco, y potenciar un buen entrenamiento en
los recursos terapéuticos disponibles para ayudar a los fumadores a dejar de
fumar.
12.3. La mayoría de los fumadores dejan de fumar por sí mismos. Tanto las
administraciones públicas, como los distintos profesionales de la salud, deben
animar a todos los fumadores a que intenten dejar de fumar. Proporcionar
sencillos consejos o folletos de autoayuda, de modo insistente, sistemático y
organizado será suficiente para que muchos fumadores dejen de fumar. En
cambio, otros, necesitarán de un tratamiento más intenso.
12.4. El consejo mínimo sistemático es el procedimiento de mejor costeeficacia
para que los fumadores dejen de fumar. El consejo mínimo debe
generalizarse y ser el primer abordaje que en todo centro de salud debe
realizarse con los fumadores. De este modo entre un 3-10% de los pacientes
beneficiados por estas intervenciones estará abstinente un año más tarde. Si
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después de un consejo mínimo el fumador no deja de fumar, pero debe hacerlo
por problemas de salud moderados o graves, y está dispuesto a intentarlo, se
pueden ofrecer procedimientos más intensivos.
12.5. Los procedimientos farmacológicos pueden ser una ayuda eficaz para
una parte importante de los fumadores. La terapia farmacológica (TSN o
bupropión) debe ser ofertada a todos los fumadores que estén dispuestos a
hacer un serio intento de abandono de consumo de tabaco, especialmente los
que se encuentran en la fase de preparación y/o acción.
12.6. Las clínicas, consultas, unidades o dispensarios especializados para
dejar de fumar, con tratamiento psicológico, farmacológico o una combinación
de ambos, se orientan al tratamiento de los fumadores más dependientes, con
otras patologías físicas o psiquiátricas asociadas, y exigen una intervención
más intensiva. Se dispone de tratamientos bien evaluados que nos permiten
aplicar intervenciones efectivas a los fumadores, aunque suelen acudir a ellas
los fumadores que previamente han hecho intentos para dejar de fumar y han
fracasado.
12.7. Hay pacientes fumadores resistentes al tratamiento, a los que les es muy
difícil dejar de fumar. Muchos de estos pacientes sufren otros problemas
graves, que también han de ser atendidos. Procedimientos de reducción de
daños, como la disminución del número de cigarrillos o el cambio de marcas,
pueden ser alternativas para ellos. Sin embargo, la idea que debemos tener
presente es que estos procedimientos sólo sirven para prepararse a un futuro
abandono definitivo de los cigarrillos.

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