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Qué hace feliz a una pareja María Elena López Jordán

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 El próximo 4 de abril, cumplimos mi esposo y yo 31 años de casados. Este evento personal que aspiro celebrar como una fecha especial, me hizo pensar en el tema de este artículo.

No existe una fórmula única que asegure la duración, el bienestar, la satisfacción y en últimas, la felicidad en el matrimonio; cada pareja tiene sus propios indicadores de éxito. Sin embargo, podríamos pensar en algunos factores que resultan claves a la hora de la convivencia, además del amor que es un impulso poderoso para que los integrantes de una relación se proporcionen apoyo mutuamente, se esfuercen por enfrentar los problemas y crezcan como pareja y como individuos.


-Mantener la motivación
La motivación es la fuerza emocional para sacar adelante el proyecto de vida que implica vivir en pareja y mantener la determinación de tener éxito en la relación. Esta va desde conservar el interés por el otro, ponerse metas y perseverar en ellas, luchar por los proyectos comunes, mantener el deseo de agradar al otro y la necesidad de permanecer a su lado, hasta enfrentar las dificultades de manera proactiva y conservar el entusiasmo necesario para seguir adelante.

Aunque es cierto que la motivación puede ser más intensa en algunos períodos, es posible mantenerla viva en todas las fases de la vida de la pareja. Algunas acciones sencillas contribuyen a este propósito, como por ejemplo pensar más en los aspectos agradables de la relación, recordar los momentos reconfortantes y felices y las fortalezas y cualidades de la otra persona. También, aprender a aprovechar y disfrutar lo que se ha logrado en la relación y dejar de lamentarse por lo que no se tiene o no se ha alcanzado. Gozar de lo que se hace aunque no sea productivo, solo, como dicen, “por el placer de estar contigo”. Buscar las oportunidades para la risa y el buen humor y para gozar de pequeñas cosas.


-Aceptar los cambios
La relación de pareja pasa permanentemente por cambios positivos y negativos. En ese proceso que va desde el enamoramiento inicial hasta la consolidación de la pareja cambian, por citar algunos, la manera como expresamos el afecto, la forma como nos comunicamos y la vivencia de la sexualidad. Todo esto como resultado tanto de cambios externos como la llegada de los hijos, las responsabilidades económicas, entre otros, así como de la evolución que tiene cada uno de los miembros de la pareja a medida que pasa el tiempo.

En ese proceso se presentan muchas eventualidades que se salen de nuestro control y que, aun previéndolas, pueden causar dolor y malestar. Cuando las parejas comprenden esta dinámica y no se quedan en una reacción de resistencia frente a estos cambios, pueden desarrollar actitudes constructivas que fortalecen la relación y que hacen más fluido y enriquecedor el paso de una etapa a otra. Un desafío permanente que tenemos es enfrentar constructivamente las desilusiones, las pérdidas y las decepciones pequeñas o las situaciones más difíciles que van apareciendo en la vida en pareja.

Aceptar los cambios constantes por los que atraviesa una relación afectiva nos permite reconocer que “sentirse mal” y “sentirse bien” hacen parte de la convivencia. La armonía, la estabilidad y la posibilidad de disfrutar en la relación existen tanto como el aburrimiento, la intranquilidad, la desilusión y la inestabilidad. No siempre vamos a sentirnos complacidos y contentos. Es importante no tener tanto miedo a estos estados que en general son transitorios y hacen parte de los eventos normales de una relación.

-Mantener el compromiso
El compromiso verdadero es uno de los aspectos más decisivos en el buen funcionamiento de una pareja. Es la capacidad de concentrarnos en los aspectos importantes de la relación; gracias a él la pareja realiza todos los esfuerzos necesarios para alcanzar lo que se propone y generar estabilidad y confianza. Estar comprometidos significa ir alineados con los objetivos de nuestro compañero. Tiene que ver con la actitud de luchar por lo que deseamos y la decisión de continuar en la relación pese a las dificultades. La tenacidad es señal de madurez de las personas y de la pareja.

El compromiso también pasa por entender que cada uno de los miembros de la pareja es diferente, tiene sus propios gustos, actitudes, pensamientos y el esfuerzo consiste en integrar esas diferencias y ver al otro como una persona independiente y no como una prolongación de nuestros deseos.

Un mayor compromiso nos ayuda a adaptarnos mejor a las diferentes momentos de la vida, a tener relaciones más sanas, estables y responsables. Es importante revaluar periódicamente los compromisos adquiridos en la pareja, un buen matrimonio se debe trabajar todos los días.

Por: María Elena López Jordán
Psicóloga de Familia

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